domingo, 4 de marzo de 2012


UN MOMENTO

Segundo a segundo transcurre el tiempo,
entre ocaso de eclipse rojo
que transforma en noche la luz del día.
Yace la hierba bajo el árbol
y el ocaso se hace noche.
El cielo llora en gris ceremonia
cubriendo el verde valle
que cubre los mundos.
Y las gacelas corretean
recelosas de lo que puede ocurrir.
Todavía la vida huele a esperanza,
todavía el mar huele a sal
y las aves vacilantes llegan
y se posan en la verja de la soledad.
Llueve en los prados,
porque el cielo derramó sus soledades,
dejando que las nubes esperen
y sellen su melancolía.
¡No llores mundo!
El corazón no duele,
porque es el alma quien se hiere
y aunque las gaviotas se vayan
del mar de mi esperanza,
todavía quedará un momento
para el olvido.

Elena Sánchez Brun