jueves, 5 de abril de 2012






Nunca pensé que siendo occidental, pudiera ser una de ellas. Dejé Europa siendo muy joven para vivir en el mundo del Sol Naciente. Un mundo fascinante, mágico, donde los años de sacrificio son victoriosamente recompensados.
Al atardecer, mientras los hombres de negocios salen corriendo de sus oficinas para dirigirse a las casas de té, yo, mujer de piel pálida y ojos claros que revelan mi europea procedencia, repito la tediosa ceremonia del maquillaje, ocultándome tras la máscara que impide conocer a ciencia cierta mi edad y me convierto, una noche más, en una fantasía de otro tiempo. Envuelta en mi kimono carmesí evoco las virtudes del arte milenario que hace palpitar a toda presencia humana.
La triste realidad de tener que competir por ser la mejor, sin perder el respeto a otras compañeras que como yo, se abren paso como flores de loto, me hizo recapacitar si no era mejor abandonar como algunas lo hicieron. Se enamoraron y tuvieron que decidir si seguir como geishas o casarse. Ambas cosas son incompatibles. Pero al final, pienso que acabar ejerciendo como ama de casa no está entre mis planes.

2 comentarios:

Anna Genovés dijo...

Elena,

Y si yo te dijera que la próxima novela que escriba tendrá el título, desde hace mucho tiempo pensado, "UNA GEISHA EN OCCIDENTE" qué te quedarías de piedra, pues quédate porque a mi mentor literario ya se lo dije hace unos meses.

Me ha encantado. Besitos

Ann@ Genovés

Elena dijo...

Pues me parece maravilloso. Lo presenté al concurso que me presento todos los años del día de la mujer, ya me han dado algunos premios en poesía, claro, éste era el primer año que pusieron microrrelato y ahí se quedó.
Es una casualidad, pero seguro que esa novela estará muy interesante para leer, a ver si al menos te consagras como escritora y abandonas la maldita lista de los cinco millones.